En el noticiero escuché sobre las disputas entre jóvenes españoles y latinos en la ciudad de Alcorcón, ciudad cercana a Madrid. Las imágenes de las protestas en contra de los inmigrantes me recordaron un mensaje que Sara y Nacho, amigos españoles que conocí en Bélgica cuando estudié por allá, enviaron contándonos una experiencia que puede ayudarnos a sensibilizarnos sobre la importancia de descubrir que detrás de cualquier otro que consideramos diferente está el rostro de alguien que es padre/madre, herman@, hij@, amig@ de alguien, de alguien que es como nosotros. Les comparto el mensaje de estos amigos, con la esperanza de que sirva para adentrarnos a esta problemática con una mirada distinta.
<<Quería compartir con vosotros el sentimiento que me ha provocado este SMS, utilizado para convocar a jóvenes españoles en Alcorcón (España) contra un grupo de jóvenes inmigrantes latinoamericanos.
Uno de los mensajes decía: "NOS INVADEN, NOS ROBAN Y NOS MATAN. HASTA CUÁNDO ESTÁS DISPUESTO A TOLERARLO. ÚNETE KONTRA ESA ESCORIA HUMANA Y DE LA SOCIEDAD ENSEÑÉMOSLES EL CAMINO DE VUELTA A SU TIERRA O AL INFIERNO. K TIEMBLEN K AGACHEN LA CABEZA. TODA LA FURIA ESPAÑOLA CAERÁ SOBRE ELLOS. ÚNETE Y SE IRÁN ANTES. PRÓXIMO FINDE A POR ELLOS. HOY SÓLO ERA UN AVISO. Pásalo." (sic)
No es mi idea culpabilizar a uno u otro bando. Me imagino que, como todo en la vida, las cosas no son nunca nítidas… Simplemente quería deciros que este mensaje me provoca una pena muy grande. Como sabéis, cada domingo compartimos unas horas con jóvenes ecuatorianos y este tipo de declaraciones me parte el corazón. Después del día de ayer, leer esto me deja sin palabras.
Ayer nos invitó una familia ecuatoriana a comer a su casa para celebrar el cumpleaños de Franklin, el padre de Christian, Jessica, Franklin y Tania, cuatro de los chicos que vienen por la parroquia. La acogida en su casa fue una experiencia preciosa, aunque muy dura, pues pudimos ver, conteniendo las lágrimas, las condiciones en las que viven aquí en Bruselas.
Para la empezar la casa. Un casa medio en ruinas y con humedad, como tantas en Bruselas. El apartamento, pequeñísimo:
- una cocinita con lo mínimo
- una habitación pequeña dividida artificialmente en dos partes y que hacía las veces de salón-comedor y de dormitorio de cuatro adolescentes de entre 13 y 18 años;
- un dormitorio para los padres y un baño.
Sin agua caliente y con solamente una estufa antigua y peligrosa.
Como el clima de Bélgica no ofrece muchas opciones, en este espacio se pasan las horas, los días y los años. En la misma estancia comen, duermen, estudian y guardan sus cosas. Cuando estás allí, comprendes mejor el carácter de estos adolescentes. No tienen ningún espacio para su intimidad y tienen que encontrar mecanismos para entrar en su propio mundo. Casi siempre, a través de la televisión o de los juegos.
Se han pasado solos horas y horas metidos en ese apartamento durante los últimos cinco años. Sus padres trabajan todos los días de la semana. También los domingos. Muchas noches, el padre termina un trabajo a las 4 de la madrugada y tiene que quedarse sentado en una silla a esperar que empiece a funcionar el metro para acudir a otro trabajo a las 7 de la mañana del mismo día.
Enriqueta, la madre, llegó hace diez años. Su marido, hace 6 y, sus hijos, 5. Vinieron para pagar la póliza del seguro que le permitió al padre operarse del riñón en Ecuador. Una vez aquí, comenzaron a mantener también a los familiares que habían dejado en Ecuador. Nos enseñaron el vídeo que mandaron sus familiares para felicitarles el año nuevo (no se ven hace años). En el vídeo van enseñando cómo van las obras de la casa que están construyendo gracias al dinero que les llega desde Bélgica. Todo ello en mitad de un barrio de chabolas. Todos dan las gracias por el esfuerzo que está realizando esta familia en Bélgica. También expresan su desesperación por la falta de empleo y de futuro.
Y esto es sólo una familia…. hay millones más.
Ahora comprendemos mejor a aquellos de vosotros que habéis convivido y convivís muy de cerca con la pobreza - incluso más extrema -, allá en México, Perú, Ecuador o África.
Nacho y yo le damos gracias al Señor por esta oportunidad de poner un rostro a la pobreza y porque esta familia nos esté “domesticando”.
Tras esta experiencia, nos sentimos más incongruentes que nunca… pero con más ganas de crecer que nunca.>>
Gracias Sara y Nacho por compartirnos su experiencia y reflexión que estoy seguro sembrará semillas de comprensión y tolerancia en muchos de nosotros.
31 de enero de 2007
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