25 de octubre de 2008

Fraternidad para la igualdad y la libertad

Dice el científico social Immanuel Wallerstein que los diversos sistemas-mundo imperantes actualmente han privilegiado la búsqueda de uno sólo de los ideales de la Revolución Francesa a expensas de los demás; por ejemplo, buscando libertad con costos sobre la igualdad o, en otras circunstancias, enfatizando la igualdad mientras sufre la libertad. Propone que frente a la encrucijada que se encuentra nuestro mundo el camino está por la vía de la fraternidad. Puede a algunos parecer una propuesta ingenua; pero creo que es un camino sumamente poderoso. Siendo así me sumo a la propuesta de la Ciudad de las Ideas de formar el coro más grande del mundo mediante el procedimiento de grabar un clip de video cantando el Himno a la Alegría y subiéndolo a Youtube.
Desafinado y con gallos; pero con mucho entusiasmo, buena fe y posible ingenuidad, ésta es mi contribución. 

14 de octubre de 2008

Ningún dolor me es ajeno

Ayer por la noche escuchaba una entrevista que realizaba León Krauze a Ana Belén y Víctor Manuel en su programa de radio. Hablaban de diversas cuestiones, sobre todo relacionadas con su carrera musical, cuando León Krauze les preguntó si el cantante tenía una responsabilidad con su ambiente. Ana Belén contestó afirmativamente y entonces pronunció la frase que titula esta reflexión: "Ningún dolor me es ajeno."

¿Y cuáles son los dolores del mundo? Hoy más que nunca el dolor más grande es provocado por la pobreza, esa pobreza que tiene rostro de hambruna, de epidemia, de refugiados, de migrantes, de muerte sin sentido. Justo hoy la FAO declara que ha aumentado a 923 millones el número de personas desnutridas en el mundo. En sólo un año 75 millones de personas han dejado de recibir los alimentos suficientes para poder vivir relativamente con dignidad. Lo preocupante de esta hambre es que no sólo es consecuencia de la pobreza, es también causa de la misma, en un círculo vicioso que se agrava cada día más.

Lo que me cuestiona es si ese dolor realmente lo sentimos nuestro, si sabemos empatizar con aquellos que todas las noches se van a dormir con hambre o enfermos o sencillamente lejos de aquellos a quienes aman y a los que renuncian para tratar de darles una mejor vida, sin saber si al día siguiente habrá algo qué comer, si recuperarán la salud, si los volverá a ver... sintiendo que a cada instante se les escapa un poco más de fuerza y otro tanto de esperanza. Y es un dolor tan grande que mejor no lo vemos, ni lo oímos, ni mucho menos lo sentimos.

Sin embargo, hay dolores a los que sí sabemos reaccionar. Frente a la crisi
s financiera que vivimos no pasa más de una semana para que el gobierno de Estados Unidos decida implementar un rescate que costará $700,000,000,000 de dólares. En el año 2005, como resultado de la movilización mundial para la erradicación de la pobreza promovida en el concierto Live 8, se logró que los países pertenecientes al G8 duplicaran la ayuda destinada a los países más pobres a $50,000,000,000 al año. Entiendo que sin ese plan de rescate muy probablemente los pobres hubieran sido los que sufrirían más... como siempre. Sin embargo, no deja de cuestionarme el porqué para rescatar a los banqueros y financieros el gobierno puede desembolsar semejante cantidad de recursos y cuando la FAO en el año 2002 calculó en $24,000,000,000 de dólares al año para erradicar el hambre en el mundo, nadie sacó la chequera. Es más, en ese año el presupuesto militar de Estados Unidos fue de $380,000,000,000 de dólares además de $31,500,000,000 de dólares para una supersecretaría antiterrorista. Creo que no es difícil visualizar a los banqueros yendo a cenar sin ninguna preocupación mientras que casi una sexta parte de la población del mundo están yendo a la cama con un hueco en el estómago, no sólo de hambre, también de incertidumbre y desesperanza.

¿Y qué podemos hacer para aliviar ese dolor? ¿Cómo podemos hacer realidad el sueño de erradicar la pobreza, de hacer que la pobreza sea historia? No hay respuesta sencilla a esta pregunta pero creo que cualquier acción en este sentido empezaría por despertar y tomar conciencia. Después habra que continuar estudiando los mecanismos que generan y perpetúan esa pobreza, criticando los sistemas sociales y económicos en los que hemos estado viviendo y que no están dando resultado, exigiendo un comercio justo y una verdadera responsabilidad social de todas aquellas empresas de las que somos clientes, denunciando la injusticia y procurando participar en acciones colectivas que busquen mejorar la educación, la salud, las condiciones de vida de los sectores de la población que viven esa pobreza.

Yo sueño en un mundo en que mis hijos realmente conozcan la pobreza en los museos. Sin embargo, se que para esto tendremos que lograr que auténticamente ningún dolor nos sea ajeno. ¿Qué significa, qué implica esto? Algo que desde la Revolución Francesa es proclamado pero que no hemos logrado vivir: el ser verdaderos hermanos, el hacer que la fraternidad no sea sólo una proclama sino que sea un principio de relación entre todos los seres humanos. Los mayas lo resumían en una frase bellísima: "In Lakesh", que significa "Yo soy otro tú" o "Yo soy tú." Así que si para nosotros no toleraríamos una situación de miseria, de una pobreza que mata, no lo toleremos para nadie. A ninguno se nos pide en exclusiva la tranformación del mundo entero. Sin embargo, nadie está eximido de hacer al menos lo que está en sus manos para hacer de este mundo un espacio más justo y humano.

NOTA: Las cifras las expresé de esa manera a propósito, tratando de dimensionar un poco más su significado, aunque de todos modos es difícil hacerlo cuando en México aproximadamente 44,000,000 de personas viven en la pobreza, de los cuales 14,000,000 viven en pobreza extrema o alimentaria, es decir, con menos de 1 dólar diario.

Don Lorenzo Servitje, una voz de integridad y humanidad


La semana pasada tuvimos la oportunidad de escuchar en una conferencia a Don Lorenzo Servitje, fundador de Grupo BIMBO. Es un hombre con una vitalidad contagiosa, que a sus 90 y tantos años de edad, logró cautivar al auditorio, repleto de jóvenes universitarios, deseosos de aprender de uno de los hombres más talentosos y exitosos de México.

 ¿Qué aprendí de este encuentro con Don Lorenzo? En primer lugar, me impresionó su humildad. Silvia Cherem no tiene ningún reparo en decir que convencer a Don Lorenzo de publicar una biografía representó un esfuerzo titánico. Para Don Lorenzo una empresa declina cuando construyen un corporativo (señalando el suyo en Santa Fe), cuando escriben sus memorias (señalando a Silvia Cherem) y cuando compran un avión (lo que enfática y orgullosamente declara que Bimbo no ha hecho). Por lo tanto, escribir sobre su vida era un homenaje inmerecido. La condición que puso para que se publicaran fue que también aparecieran las biografías de su hermano, Roberto Servitje, y de otro de los socios fundadores, Jaime Jorba. Así se hizo y tenemos en el libro “Al Grano: Vida y visión de los fundadores de Bimbo” un testimonio del pensamiento y experiencias de estos personajes.   

 Con este pretexto, Don Lorenzo habla de lo que ha aprendido en su vida, de la necesidad de dejarse aconsejar por buenos compañeros, de reconocer que uno solo no puede lograr nada, que hay que aprender de los demás. Habla de la necesidad de tener grandes ambiciones pero sin dejar de crecer en lo personal y en lo espiritual. Ese es el sentido que da al “arriba y adelante”, buscar superarse siempre tratando de ser al mismo tiempo mejor persona. En su filosofía de vida y de trabajo es claro que considera que se puede tener éxito haciendo las cosas bien. Otra de las recomendaciones de Don Lorenzo fue no precipitarse al tomar decisiones, tener prudencia pues la prisa siempre es mala consejera. Sin embargo, también sugiere aprender a tomar riesgos calculados y a nunca darse por satisfecho.

 En la sesión de preguntas tuve la oportunidad de cuestionarle sobre la manera en que él fue provocando su propio desarrollo personal, en que fue forjando su personalidad y sus virtudes. Su respuesta fue que él buscaba siempre reflexionar sobre cada una de las experiencias que vivía, aprender y sacar de ellas lo más valioso, tanto si fueron positivas como negativas. Fueron muchas las ideas, los consejos, las experiencias que compartió con nosotros en esa plática. Al final me quedo con la imagen de un hombre de trabajo, que frente a las crisis pensaba que sólo había dos opciones, levantarse en armas o levantarse más temprano. Él eligió la segunda, trabajando duro para construir no un negocio sino una empresa que como a un hijo vio crecer con orgullo.

 ¿De qué se arrepiente un hombre como él? Con la voz entrecortada respondió que se arrepentía de no haberle dedicado más tiempo a su esposa. Con esto quiero terminar esta reflexión, desde las lágrimas agolpadas en los ojos de un hombre que dedicó su tiempo a construir una empresa que muchos consideramos un modelo, sacrificando tal vez lo que era más valioso para él, la convivencia cotidiana con la persona amada. Gracias Don Lorenzo por sus enseñanzas, sobre todo por dejarnos aprender no sólo de sus logros sino de su fragilidad, pues para mi esa es la lección más importante que aprendo de usted. Al final lo más valioso es el amor... que no nos quedemos con la sensación de no haberlo disfrutado lo suficiente.