22 de mayo de 2009

¿Qué pasaría? Mario Benedetti


¿QUÉ PASARÍA?

¿Qué pasaría si un día despertamos dándonos cuenta de que
somos mayoría?

¿Qué pasaría si de pronto una injusticia,
sólo una, es repudiada por todos,
todos que somos todos, no unos,
no algunos, sino todos?

¿Qué pasaría si en vez de seguir divididos
nos multiplicamos, nos sumamos
y restamos al enemigo que interrumpe nuestro paso?

¿Qué pasaría si nos organizáramos
y al mismo tiempo enfrentáramos sin armas,
en silencio, en multitudes,
en millones de miradas la cara de los opresores,
sin vivas, sin aplausos,
sin sonrisas, sin palmadas en los hombros,
sin cánticos partidistas,
sin cánticos?

¿Qué pasaría si yo pidiese por vos que estás tan lejos,
y vos por mí que estoy tan lejos,
y ambos por los otros que están muy lejos
y los otros por nosotros aunque estemos lejos?

¿Qué pasaría si el grito de un continente
fuese el grito de todos los continentes?

¿Qué pasaría si pusiésemos el cuerpo en vez de lamentarnos?
¿Qué pasaría si rompemos las fronteras
y avanzamos, y avanzamos,
y avanzamos, y avanzamos?

¿Qué pasaría si quemamos todas las banderas
para tener sólo una, la nuestra,
la de todos, o mejor ninguna
porque no la necesitamos?

¿Qué pasaría si de pronto
dejamos de ser patriotas para ser humanos?
¿No sé... me pregunto yo,
qué pasaría?

MARIO BENEDETTI

1920 - 2009

In memoriam

12 de mayo de 2009

Calentamiento global / El rostro de Gaia


Entrevista a James Lovelock por Sir David.
Programa "Frost over the world" (10 de abril del 2009)





Sir David: En el curso del tiempo presente, la humanidad puede verse seriamente afectada por el calentamiento global; tal es el punto de vista del científico independiente James Lovelock. El piensa que para fines del siglo la vida será borrada del planeta. En su reciente libro, “El evanescente rostro de Gaia”, afirma que pueden desaparecer entre unos cien mil millones de personas y hasta mil millones de millones. Ahora sabemos que estamos entre los cinco o seis mil millones de millones. Lovelocke es el autor de la idea que concibe la tierra como un organismo único. (Presenta a James Lovelocke, le da la bienvenida. J.L. agradece).

S.D. Hablas de la catástrofe que se cierne sobre la humanidad.

J.L. (Asiente con un movimiento de la cabeza).

S.D. ¿En qué consiste esta catástrofe, exactamente?¿Qué es lo que va a pasar?

J.L. Principalmente los cuatro jinetes (del apocalipsis): las plagas, el hambre, y…me olvido de cuáles son los otros, recuérdame…

S.D. Sí, los cuatro jinetes…no importa cómo se llamen. Y, ¿la gente morirá inmediatamente o en forma gradual?

J.L. Varía. En algunos lugares, la muerte vendrá en forma inmisericorde, en otros lentamente; en otras será la guerra, o una inundación repentina como, por ejemplo, en Bangladesh; también un fenómeno solar, el incremento en los niveles del mar; habrá también un tifón solar que se levantará y matará muchísima gente.

S.D. Y, en números, estamos hablando de millones…

J.L. Si de miles de millones…cinco o seis…Desde luego no podemos estar seguros de nada…pero, las posibilidades de que no podemos escapar a lo que va a ocurrir, son bastante grandes.

S.D. Eso es clave, pues los optimista, no los que inventan, sino los optimistas, dicen que la humanidad siempre está dispuesta a sobreponerse a todas esta cosas y se van hasta el final…¿puede la humanidad evitar todo esto?

J.L. Esa es una de las cuestiones en las que difiero con otros científicos y con los políticos porque ello se fijan en la parte álgida y creen que desde ahí podrán revertir toda la catástrofe, pero eso implica que puedes regresar una vez que alcances ese punto, pero no es así. Es más bien como una avalancha que está ocurriendo y cada vez es más grande. No sé si alguna vez has estado en la cima de una montaña o has visto que hay derrumbes que se van y caen hasta el fondo mientras que otros se van poco a poco y van muy profundamente. Es más bien de esta forma.

S.D. Hay un organismo (IPCC) que asegura que la situación vendrá más bien del cielo, lo cual se opone a lo que dices.

J.L. Sí, pero IPCC es un organismo oficial de las Naciones Unidas y como tal tiene un peso político y desde luego se opondrán a lo que yo digo. Estamos de acuerdo en los hechos, pero no en las consecuencias.

S.D. ¿Qué pasará, entoces a la Tierra cuando se caliente y se caliente? ¿Explotará como una burbuja o se irá dando paulatinamente?

J.L. (Riendo, con ironía)Bueno, ahí no hay nada de emocionante. Podemos hablar de las dos principales corrientes: una es la de que los geólogos que llaman las “casas frías”, es decir, la idea de que los glaciares se extiendan por todos lados, y la otra es la de las “casas calientes”, que es el sobrecalentamiento de la tierra,el aumento en alrededor de 6 grados centígrados.

S.D. (Interrumpe)Bueno, eso no se oye como si fuera mucho, 6 grados…

J.L. Seis grados Celsius, no Fahrenheit. Eso a nivel de la tierra significa mucho, sobre todo en algunos lugares.

S.D. Así que no hay nada que podamos hacer para dar marcha atrás.

J.L. Yo no diría absolutamente nada, si todos nos pudiéramos juntar alrededor del mundo, lo cual es una acción política muy grande…y si pudiéramos llevar a las personas a ya no producir tantos desperdicios y convertir los que surjan en algún tipo de carbón que pudiera ser arrojado al mar o en algún lugar donde ya no causara tanto daño, entonces tal vez se detuviera. Pero somos muy lentos para actuar…desde hace doce años no se ha hecho nada.

S.D. Si casi nada se ha hecho. Y, si no podemos hacer nada para revertirlo, ¿se puede hacer algo para detenerlo, para evitar que ocurra?

J.L. Bueno, mi opinión es que es nuestro deber sobrevivir, puesto que no será totalmente fatal. Muchos de nosotros vamos a sobrevivir. Y nuestros descendientes van a heredar un mundo amable, como por ejemplo estas islas que se han poblado y otros lugares. No nos gustaría que se vuelvan de nuevo campos llenos de carbón, que se llenen de basura, en realidad lo que queremos es que queden con infraestructuras mucho más decentes y de esa manera aprendamos a vivir en ellas y esa puede ser una tarea bastante grande para realizar y no deberíamos estar perdiendo tiempo, nuestra energía en tomar medidas que no van a detener lo que ya se inició.

S.D. ¿Qué hay de nuestros países? Sabemos que algunos has estado tomando medidas y otros no. ¿Habrá áreas donde esto sea mucho más fuerte, unas que estén condenadas a perecer y otras no?

J.L. Acabas de meter el dedo en la llaga. Nosotros, por ejemplo, somos bastante afortunados pues estas islas, las islas británicas, no van a cambiar mucho porque no son muy calientes. En cambio, pobres de ustedes porque la forma en que se maneja Europa la condena a sufrirlo. Está pasando desde ahora ya en el sur de España y de Italia, donde las altas temperaturas se están manifestando, y la tierra se está volviendo desierto. Nosotros vamos a seguir como hemos estado, vamos a tener un clima que no es el mejor en el mundo pero va a serlo. Otros lugares, como Nueva Zelanda, Japón, son prácticamente igual que los continentes por la forma en que se han desarrollado. Es en los continentes donde va a ocurrir todo esto fundamentalmente. Otros lugares que son muy altos, como Africa, también se van a mantener frescos, debido a la altura. Todo dependerá de qué tanta humedad tengan para que puedan sembrar y producir alimentos.

S.D. Entonces, en términos del futuro, hay un poquito de esperanza, por lo menos, por lo que acabas de decir. Es posible, en términos de esta especie de visión catastrófica de la que estás hablando, ¿es posible que puedas estar equivocado?

J.L. Por supuesto que puedo equivocarme. Lo que estoy diciendo no tiene porque ser el credo de la sociedad. Los científicos, por lo general aprendemos de nuestros errores y esa es una de las cuestiones en las que deberíamos pensar. Pero este libro está basado en las observaciones de muchos científicos, incluyendo a los de la IPCC, la organización oficial de la ONU…

S.D. (Interrumpe) Pero, acabas de decir que no estás de acuerdo con ellos…

J.L. (Entre dientes) …Sí, así es…

S.D. (Interrumpe)...No estás de acuerdo contigo… De hecho, citas a autores que no están de acuerdo contigo, tus conclusiones son diferentes, y, aquí al final de tu libro dices algo como esto: “esta es su última advertencia”, cito.

J.L. (Ríe) Bueno, yo no escribí eso. En realidad fue el editor...Se refiere a que tal vez ya no voy a tener edad para escribir otro libro. Yo creo que él les quiere decir algo que yo les diría: “disfruta mientas puedas”.

S.D. Disfruta mientras puedas. Y ¿qué edad tienes ahora?

J.L. Voy a cumplir noventa años en julio.

S.D. ¿De veras? ¿Y te vas a quedar aquí otros treinta o veinte años para ver si tienes razón o no?

J.L. Bueno, mi esposa y yo caminamos 5 millas diario. Caminamos, subimos, bajamos de aquí para allá… y si duramos un poquito más… (se encoje de hombros y sonríe)…muchas gracias.

Traducción: Faustino Ortega


4 de mayo de 2009

Lo que aprendo de la influenza


Lo que ha sucedido en los últimos días me deja un par de reflexiones que quiero compartir con ustedes. La primera, la importancia de valorar las cosas cotidianas que son parte de nuestras vidas pero que muchas veces damos por sentadas y ya ni siquiera disfrutamos, desde nuestra salud hasta la posibilidad de ir a trabajar o ir a la escuela. En esta vida, nada está garantizado, incluso aquello que nos parece inamovible… un día vas tranquilo a tus clases en la universidad, "como siempre", y al día siguiente no puedes hacer lo que normalmente hacías porque hay riesgo de una epidemia de una influenza desconocida... A veces, cuando muere alguien cercano de manera repentina, es una oportunidad de darte cuenta de lo frágil que es la vida. Sin embargo, ahora tuvimos como país la oportunidad de experimentar eso, y una pregunta es si aprenderemos algo, si hay la posibilidad de que esto nos ayude a ser mejores.

La segunda reflexión tiene que ver con la discriminación que han sufrido mexicanos en el extranjero y nuestro país en general ante la opinión pública mundial. En otras ocasiones en la historia, cuando otros grupos sociales han sido discriminados, ha habido motivos “racionales” para justificarlo, desde el holocausto de discapacitados, judíos, homosexuales, comunistas, entre otros en la Alemania Nazi hasta las leyes de segregación racial en Estados Unidos o Sudáfrica. En el transcurso de la historia hemos aprendido que al final esas justificaciones no han sido más que racionalizaciones de arbitrariedades que buscaban mantener el poder o los privilegios para unos cuantos, apoyándose en la desinformación y la ignorancia. Lo difícil es darnos cuenta de que hoy nosotros somos víctimas de una arbitrariedad similar, pues la cuestión ya ni si quiera es si estás o no contagiado, la cuestión es que si eres mexicano no puedes estar aquí. Los retos al respecto son varios pero no están limitados a denunciar y a enfrentar juntos como país esta injusticia. Creo que también es momento de reflexionar sobre las injusticias que nosotros mismos vivimos y promovemos dentro de nuestro país, incluso ante esta misma situación. ¿Por qué nos sorprende el trato de los chinos a los mexicanos si aquí en Acapulco recibieron a pedradas a varios automóviles provenientes del D.F.?

Sin duda, como expresa el dicho popular, “no hay mal que por bien no venga.” El recuento de los daños está por empezar, desde la tragedia de las personas que perdieron la vida por la enfermedad hasta las consecuencias económicas por los cierres adoptados para evitar la propagación del virus. Lo importante es levantarnos con entusiasmo renovado de esta situación, reconociendo los aciertos de nuestras autoridades, agradeciendo el trabajo generoso del personal médico, valorando el comportamiento cívico y responsable de la ciudadanía, y sobre todo demostrar con nuestro compromiso cotidiano, en cada cosa que hacemos, que somos un país de vida y esperanza, que ante las adversidades demostramos nuestro carácter amable y solidario, capaz de salir fortalecidos de cualquier adversidad.