Por Erika Esparza y Alan Velázquez (alumnos del curso de Valores en el Ejercicio Profesional)
Para la realización de este trabajo acerca de la reflexión sobre algún, libro, canción o cualquier escrito, a nosotros nos llamó mucho la atención una canción, me refiero a la de "Cantares" del cantautor-poeta-contemporáneo español Joan Manuel Serrat. Escogimos esta canción dado que en ella pudimos encontrar un sin número de reflexiones sobre la vida en general, las cuales nos gustaría compartir, desde nuestro humilde punto de vista.
Dentro de la primera estrofa encontramos:
Todo pasa y todo queda
Pero lo nuestro es pasar.
Pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.
Para nosotros estas palabras significan que en la vida nada esta escrito, sino que a cada momento que vivimos vamos forjando nuestro futuro, y que tenemos la obligación de marcar nuestros propios senderos de vida, los cuales al igual que la mar son inmensos.
Nunca perseguí la gloria,
ni dejar la memoria
de los hombres mi canción.
Los caminos que debemos de forjar nunca deben de estar guiados con el hecho de alcanzar la gloria, ya que de esta manera nunca sabremos lo que en realidad somos, más bien la gloria es una consecuencia natural de nuestros actos y no el motivo de ellos.
Yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.
Para nosotros estas palabras significan que se aman los mundos alejados de lo áspero y de lo ríspido, de todo aquello que impide al ser humano el contacto. Estos mundos deben estar faltos de todo aquello que nos ata a algo, en el cual el ser humano debe estar libre, tal como una pompa de jabón está en el aire.
Caminante, son tus huellas el camino y nada más.
Caminante, no hay camino, se hace camino al andar.
Al andar, se hace camino, y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino, sino estelas en la mar.
En esta parte entendimos que el camino de nuestra vida no está escrito ni marcado, más bien todo lo contrario, es un todo, un mundo de esperanzas y de ilusiones, las cuales están esperando ser atrapadas por nosotros, y que al final de todo las cosas que hagas para bien o para mal, siempre quedaran ahí. La vida es un proceso que nunca regresa, sólo avanza, dejando atrás sólo las acciones que hagamos mientras vivamos en ella.
Hace algún tiempo en ese lugar
donde hoy los bosques se visten de espinos,
se oyó la voz de un poeta gritar:
"Caminante no hay camino, se hace camino al andar,
Golpe a golpe, verso a verso."
A veces en la vida, lo que parece bueno en realidad es malo y viceversa, pero nosotros no podemos conocer la naturaleza de los actos sin antes cometerlos, pues el mal muchas veces en nuestras vidas se disfraza de la manera más sutil que podamos imaginar, y por lo contrario el bien puede disfrazarse de la cara más temible. Cuando somos viejos, faltos de energía, pero llenos de sabiduría, es cuando nos damos cuenta que en realidad no somos más que un manojo de caminos transitados, pues al final sólo podemos decir que la vida se vive a cada segundo a cada minuto y así es como se conforman nuestras dichosas vidas.
Murió el poeta lejos del hogar,
le cubre el polvo de un país vecino.
Al alejarse le vieron llorar
"Caminante no hay camino, se hace camino al andar
Golpe a golpe, verso a verso."
Cuando el jilguero no puede cantar,
cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar,
caminante no hay camino, se hace camino al andar.
Golpe a golpe, verso a verso.
Golpe a golpe, verso a verso.
Golpe a golpe, verso a verso.
Uno sabe donde inicia el camino, pero nunca donde termina la trayectoria de éste, es por esto que uno sabe dónde da el primer paso pero nunca dónde dará el solitario último paso. Además la vida viene llena de piedras en los caminos las cuales son inevitables, y cuando encontramos estas piedras no las podemos hacer a un lado sólo tenemos que seguir con nuestro camino.
31 de enero de 2006
Caminante no hay camino
24 de enero de 2006
Contra todo riesgo
Por
Generalmente todos los meses llega a la casa la revista selecciones ya sea por error o por suscripción. En fin, sea lo que sea, la revista de diciembre tuvo un contenido especial por el artículo “Gente real, milagros reales” que da a conocer a esos héroes que están entre nosotros.Les queremos contar una de las historias que nos impresionó mucho sobre un hombre llamado Ednei de 34 años que emigró, como muchos, de su natal Brasil a los Estados Unidos, para desarrollarse profesionalmente en Action Motors, en el condado de Connecticut.
Por lo que la historia cuenta, un día comenzó a caer una torrencial lluvia, lo que ocasionó que las enormes vigas del edificio en que trabajaban se partieran en dos por lo que Ednei y los otros empleados corrieron a la calle para ponerse a salvo. Como el trabajo había terminado a causa de la lluvia telefoneó a su novia para que lo recogiese. En el trayecto a casa observaron como un joven saltaba a las agitadas aguas del río unos seis metros abajo. Ednei se detuvo dando un frenazo, llamó al número de emergencias para posteriormente saltar con el objeto de salvar al muchacho. Pero el joven, Andrew Higgenbottom de 19 años no quería que lo salvaran ya que unas horas antes había causado baja del ejército por problemas cardiacos lo que para él representaba truncar sus sueños y el deseo de no vivir más se apoderó de él.
Mientras Ednei luchaba por sacar al joven del agua, éste peleaba por soltarse, por lo que Ednei lo agarró de un brazo y le aplicó una llave. Al fin y al cabo pudo rescatarlo. Lo curioso ocurrió cuando minutos más tarde al llegar los rescatistas y policías que asombrados exclamaron: ¿Otra vez usted? Ednei cuatro meses antes había participado en un arriesgado rescate de una casa en llamas.
Este artículo nos sorprendió ya que muestra que no siempre gana la indiferencia ante los problemas de los demás. Nos ofrece también una lección acerca de que no es necesario saltar de un puente para salvar a alguien y ser un héroe, sino que lo puedes ser siempre y cuando te propongas ayudar.
Nos gustó mucho la historia de Ednie por el coraje, entrega y heroísmo que ha demostrado a lo largo de su vida. Además es una clara muestra de que hay personas que siempre están dispuestas incluso a arriesgar su vida por salvar a otras, preocuparse por ellas cuando piensan que nadie lo hace, es por eso que pienso que siempre hay ángeles entre nosotros, ¿tú qué opinas?.
Referencias
Wescott, C. (2005, Diciembre). Contra todo Riesgo. Selecciones, (781), 11-14.
18 de enero de 2006
Gesto de amor
En septiembre del año pasado, Enrique Bores, un compañero profesor de la Academia de Formación Humana y Compromiso Social, me compartió una noticia extraordinaria: Ismail Khatib decidió donar los órganos de su hijo muerto a varias familias israelíes. El donar los órganos de un ser querido no es una decisión sencilla pero afortunadamente está siendo cada vez más común. Entonces ¿qué tiene de extraordinaria esta noticia? Ahmed, el hijo de Ismail Khatib, era un niño palestino de 12 años que murió en el hospital al que fue trasladado después de que varios soldados israelíes le dispararon, confundiendo su arma de juguete con una verdadera. Sus riñones, hígado, corazón y pulmones fueron transplantados a cinco niños y una mujer israelíes.
En el reportaje de la BBC Ismail Khatib comentaba: “La idea surgió cuando el médico me dijo que mi hijo no tenía futuro porque la bala había atravesado la cabeza y había perdido gran parte de su cerebro, queriendo decir que iba a morir. Ya se le consideró muerto cuando llegó al hospital. Fue entonces cuando pregunté si era posible donar sus órganos, y el médico dijo que sí." La situación de conflicto histórico entre israelíes y palestinos ha sembrado en la región no sólo muerte sino también semillas de rencor y odio que hacen pensar como poco probable el rompimiento de ese círculo de violencia tan arraigado. No obstante, en esta historia encontramos el testimonio de un hombre para el que es más importante salvar vidas que la religión, los territorios o la historia.
¿Y cómo es que Ismail Khatib en medio del dolor que representaba la muerte de su hijo tomó esa decisión tan generosa? En el artículo de la BBC expresaba que con su acción deseaba enviar un mensaje de paz y amor a todos los que quieren la paz en el Medio Oriente. Otra de las razones por las que decidió donar los órganos de su hijo fue la posibilidad de que cuando esos niños (israelíes) crecieran pudieran ser los que tomaran las decisiones en ese país y tal vez decidieran cambiar las políticas que estaban matando a los niños, incluyendo su propio hijo.
Sólo una persona consciente de su condición humana y profundamente comprometida con principios como el amor, la paz y la esperanza podría responder a una situación tan extrema con tal grandeza. En sus razonamientos podemos encontrar que en medio de la muerte de su hijo es capaz de encontrar la posibilidad de una lección de esperanza y amor para el pueblo palestino y sus vecinos israelíes. De acuerdo con Erich Fromm, el amor es un poder activo en el ser humano, que le permite atravesar las barreras que lo separan de sus semejantes para unirlo a ellos. Y eso es algo que encuentro en Ismail Khatib, la capacidad auténticamente humana de descubrir en el rostro del otro, el rostro de un semejante, llevando ese reconocimiento hasta sus más radicales consecuencias, no sólo conceptualizándolo en su mento o declarándolo exclusivamente de palabra sino llevándolo a una acción concreta y decidida en beneficio del otro.
En lo personal este testimonio me lanza muchas interrogantes, sobre todo en relación con mi persona: ¿Podría tomar una decisión así? ¿Podría entregar lo que más quiero por aquellos que no conozco o que incluso rechazo? De cualquier modo, me llena de esperanza encontrarme con su voz que grita paz en medio de un conflicto en el que esa pareciera ser una realidad imposible.
El testimonio de Ismail Khatib y su hijo Amhed es un relato debe permanecer en nuestra memoria para recordarnos que el ser humano puede trascender las heridas más profundas y los obstáculos más desesperanzadores. De acuerdo con Sharif Abdullah, una persona puede cambiar el mundo impulsada por la fuerza de sus convicciones más profundas. En este sentido Ismail Khatib, como otros muchos que permanecen en el anonimato, transforma el mundo, contribuyendo con su auténtica vivencia del amor, con su entrega y generosidad, a hacerlo un sitio todavía habitable para el resto de los seres humanos.
Para finalizar retomo una declaración de Ismail Khatib: "Todo el mundo planta una rama de olivo como símbolo de paz. Yo he plantado los órganos de mi hijo en los niños israelíes, y éste es mi símbolo de paz". En mi decisión personal de convertirme en un constructor de paz desde el contexto en el que estoy viviendo me pregunto: ¿cuál es el símbolo de paz que le entrego al mundo? ¿Y cuál es el tuyo?
Referencias
Abdullah, S. (2001). Un mundo para todos. México: Oxford University Press
Fromm, E. (1959). El arte de amar. Buenos Aires: Paidós
“Un corazón palestino en Israel”. (2005, Septiembre 11). BBCMundo. Recogido Septiembre 11, 2005, de http://news.bbc.co.uk/go/pr/fr/-/hi/spanish/international/newsid_4420000/4420928.stm