18 de enero de 2006

Gesto de amor


En septiembre del año pasado, Enrique Bores, un compañero profesor de la Academia de Formación Humana y Compromiso Social, me compartió una noticia extraordinaria: Ismail Khatib decidió donar los órganos de su hijo muerto a varias familias israelíes. El donar los órganos de un ser querido no es una decisión sencilla pero afortunadamente está siendo cada vez más común. Entonces ¿qué tiene de extraordinaria esta noticia? Ahmed, el hijo de Ismail Khatib, era un niño palestino de 12 años que murió en el hospital al que fue trasladado después de que varios soldados israelíes le dispararon, confundiendo su arma de juguete con una verdadera. Sus riñones, hígado, corazón y pulmones fueron transplantados a cinco niños y una mujer israelíes.

En el reportaje de la BBC Ismail Khatib comentaba: “La idea surgió cuando el médico me dijo que mi hijo no tenía futuro porque la bala había atravesado la cabeza y había perdido gran parte de su cerebro, queriendo decir que iba a morir. Ya se le consideró muerto cuando llegó al hospital. Fue entonces cuando pregunté si era posible donar sus órganos, y el médico dijo que sí." La situación de conflicto histórico entre israelíes y palestinos ha sembrado en la región no sólo muerte sino también semillas de rencor y odio que hacen pensar como poco probable el rompimiento de ese círculo de violencia tan arraigado. No obstante, en esta historia encontramos el testimonio de un hombre para el que es más importante salvar vidas que la religión, los territorios o la historia.

¿Y cómo es que Ismail Khatib en medio del dolor que representaba la muerte de su hijo tomó esa decisión tan generosa? En el artículo de la BBC expresaba que con su acción deseaba enviar un mensaje de paz y amor a todos los que quieren la paz en el Medio Oriente. Otra de las razones por las que decidió donar los órganos de su hijo fue la posibilidad de que cuando esos niños (israelíes) crecieran pudieran ser los que tomaran las decisiones en ese país y tal vez decidieran cambiar las políticas que estaban matando a los niños, incluyendo su propio hijo.

Sólo una persona consciente de su condición humana y profundamente comprometida con principios como el amor, la paz y la esperanza podría responder a una situación tan extrema con tal grandeza. En sus razonamientos podemos encontrar que en medio de la muerte de su hijo es capaz de encontrar la posibilidad de una lección de esperanza y amor para el pueblo palestino y sus vecinos israelíes. De acuerdo con Erich Fromm, el amor es un poder activo en el ser humano, que le permite atravesar las barreras que lo separan de sus semejantes para unirlo a ellos. Y eso es algo que encuentro en Ismail Khatib, la capacidad auténticamente humana de descubrir en el rostro del otro, el rostro de un semejante, llevando ese reconocimiento hasta sus más radicales consecuencias, no sólo conceptualizándolo en su mento o declarándolo exclusivamente de palabra sino llevándolo a una acción concreta y decidida en beneficio del otro.

En lo personal este testimonio me lanza muchas interrogantes, sobre todo en relación con mi persona: ¿Podría tomar una decisión así? ¿Podría entregar lo que más quiero por aquellos que no conozco o que incluso rechazo? De cualquier modo, me llena de esperanza encontrarme con su voz que grita paz en medio de un conflicto en el que esa pareciera ser una realidad imposible.

El testimonio de Ismail Khatib y su hijo Amhed es un relato debe permanecer en nuestra memoria para recordarnos que el ser humano puede trascender las heridas más profundas y los obstáculos más desesperanzadores. De acuerdo con Sharif Abdullah, una persona puede cambiar el mundo impulsada por la fuerza de sus convicciones más profundas. En este sentido Ismail Khatib, como otros muchos que permanecen en el anonimato, transforma el mundo, contribuyendo con su auténtica vivencia del amor, con su entrega y generosidad, a hacerlo un sitio todavía habitable para el resto de los seres humanos.

Para finalizar retomo una declaración de Ismail Khatib: "Todo el mundo planta una rama de olivo como símbolo de paz. Yo he plantado los órganos de mi hijo en los niños israelíes, y éste es mi símbolo de paz". En mi decisión personal de convertirme en un constructor de paz desde el contexto en el que estoy viviendo me pregunto: ¿cuál es el símbolo de paz que le entrego al mundo? ¿Y cuál es el tuyo?

Referencias

Abdullah, S. (2001). Un mundo para todos. México: Oxford University Press

Fromm, E. (1959). El arte de amar. Buenos Aires: Paidós

“Un corazón palestino en Israel”. (2005, Septiembre 11). BBCMundo. Recogido Septiembre 11, 2005, de http://news.bbc.co.uk/go/pr/fr/-/hi/spanish/international/newsid_4420000/4420928.stm

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustó mucho este blog, es una noticia que yo jamás me hubiera imaginado que fuera posible.

Pero me doy cuenta claramente que somos cada uno de nosotros en nuestro interior que tomamos la DECISION de odiar o amar a nuestros semejantes. En el caso de los palestinos e israelìes, que se odian desde hace ya muchos años, creo que ese odio es una herencia, un sentimiento que se transmite de padres a hijos de generacion en generacion. Pero con este suceso en el que el palestino dona los órganos de su hijo después de ser asesinado por soldados Israelíes, puedo ver claramente la expresión de amor, esperanza y compasión que había en este padre. A pesar de estar rodeado de compatriotas que rechazan a los judíos, él tomó la decisión de ser diferente y brindar ayuda de una forma tan impresionante que al final afirma fue un gesto que demuestra lo mucho que desea la paz entre los Judíos y los Palestinos.

Me deja mucho en qué pensar porque es muy cierto lo que dice: "cada uno de nosotros pone su rama de olivo para conseguir la paz". Todo depende de nosotros y de nuestra actitud en el interior, solo tenemos que tomar la decisión de comenzar a actuar y hacer algo para que mejore nuestra sociedad y el medio ambiente que nos rodea.

¿Qué les vamos a dejar a los que vienen después de nosotros?

Anónimo dijo...

Esta noticia es muy impresionante debido a que es algo que es incluso hasta dificil de imaginar, muchas veces alguien nos falta al respeto y tomamos justicia por nuestra propia mano, pero en este caso no es una ofensa es la muerte de una persona, de un niño. Por la muerte de un ser querido odias a las personas que lo mataron y en lo ultimo que pensaria seria en donar sus organos para salvar a las personas con las que tengo problemas como es en el caso de los palestinos e israelitas, pero parece ser que este señor tiene muy bien mentalizado que las personas que lo mataron ueron los soldados no las personas que necesitan los organos.
Este es un gran ejemplo de que los que estan en guerra son los gobiernos no las personas, pero desgraciadamente no entienden esto y nosotros mismos seguimos el juego y tratamos de destruirnos entre nosotros sin que nos hayamos hecho algo.