26 de marzo de 2006

La cinta al revés


Por Marilu y Benjamin G (alumnos del curso Valores en el Ejercicio Profesional)

"Tal vez te haya pasado que al escuchar un casete viniera a tu mente la idea de comprobar si en realidad contiene algún mensaje oculto en la parte opuesta y empiezas a buscar la forma de hacerlo, sin pensar que la cinta llegó a tus manos de tal forma que sólo pudieras escuchar la música.

Quizá esto pareciera no tener importancia, pero me atrevo a compararlo con la forma en que el humano mira al humano.

Cuando conocemos a alguien generalmente nos muestra su lado positivo y todas las virtudes que tiene para compartir con nosotros; sin embargo, nuestro corazón desconfiado empieza a buscar cualquier defecto, cualquier error que le sirva como pretexto para alejar a quien puede llegar a ser un gran amigo, y entonces juzgamos sin conocer, acorazamos nuestra alma y cerramos nuestros sentidos a la posibilidad de percibir las cosas lindas de la vida y sobre todo a vivir ese estado mental, emocional y espiritual que es la felicidad.

Nuestros ojos se cierran a la claridad y todo se vuelve oscuro, no encontramos en nada el soporte que aligere nuestro andar por la vida y perdemos la fe, y todo por querer encontrar lo malo, lo imperfecto donde quizá esas palabras nunca se han pensado.

Por eso hay que hacer caso a una frase muy acertada: 'Porque puede suceder que en tu afán de escuchar la cinta al revés tanto en el casete como en las personas que te rodean encuentres sólo desdicha y desamor a tu paso.' Y si te preocupa caer ante un mentiroso, deja ya de hacerlo, las personas que tienen el alma oscura dejan ver sus sentimientos tarde o temprano, sólo deja que sea el tiempo quien te ayude a ver mejor y no temas resultar lastimado pues así como existe la cinta al revés, existe la parte original, la pura que siempre estará contigo para curar tus heridas."

Anónimo

Vivimos en una época de desconfianza, en ocasiones ya no sabemos reconocer a las personas sinceras de las que no lo son, a las personas que son malas de las que no lo son. Estamos tan acostumbrados a veces a ser tan fríos que cuando llega una persona toda amigable así de la nada hasta te da desconfianza, no sabes si finge o te quiere hacer daño. Pero no hay que cerrarnos a que haya personas dignas de nuestra confianza. Y hay que dejar salir nuestra verdadera personalidad sin miedo a ser juzgados y ser honestos con nosotros mismos, porque todos tenemos defectos pero también muchas cualidades.

24 de marzo de 2006

Del tiempo y otras necedades

Por Ana Villazón Laso

Muchas veces he escuchado y también dicho, frases como: “qué pérdida de tiempo”, “lo único que logró fue hacerme perder mi tiempo”, “no tengo tiempo para estas tonterías”, “no le voy a destinar un solo segundo de mi tiempo a esto”, etc.

Pero ¿el tiempo nos pertenece? ¿Podemos poseerlo? No sé, quizá en el mundo de hoy donde gobierna la propiedad privada hemos entendido, por consecuencia, que el tiempo también es una pertenencia, o es quizá porque podemos llevarlo cargando en la muñeca o porque podemos tenerlo colgando en la pared.

Quizá sea porque podemos adelantar o atrasar una hora al reloj según nos convenga o porque cada país tiene un horario diferente, o quizá porque podemos calcularlo en una ecuación física. A lo mejor tiene que ver con que en algún momento la organización de la sociedad giró de tal forma que los minutos y las horas empezaron a cobrar una relevancia tal que permitían que todo funcionara ordenadamente.

Y no creo que todo lo dicho anteriormente esté mal, al contrario, incluso si se es preciso con el cumplimiento de los acuerdos con respecto al tiempo, se vive una virtud importante: la puntualidad, y eso te ayuda a ser entonces una persona virtuosa, gracias al tiempo.

Existen culturas más apegadas a esta virtud, por ejemplo los británicos son famosos precisamente por respetar con disciplina estos acuerdos de horario. Por el contrario los mexicanos tenemos fama de no apegarnos muy estrictamente a estos compromisos y es común hacer reflexiones como: “Si la invitación dice a las 7:30 entonces seguro empieza a las 8:00, porque si no diría 7:30 en punto” y esto se ha hecho una norma social, aunque sin duda hay quien se rebela y llega a las 7:30 sabiendo que tendrá que esperar media hora, pero con la intención de hacer ver que es importante respetar lo acordado.

Pero de nuevo me pregunto ¿el tiempo nos pertenece? ¿Podemos poseerlo? Yo creo que no, considero que el tiempo, como muchas cosas en la vida, no le pertenece a nadie, es un regalo. Podemos llevar un reloj en la muñeca pero no sabemos cuántas horas, minutos o segundos nos quedan de vida, entonces el tiempo se nos da cada día como un don, y los dones se comparten, no se venden, no se dan en caridad, no se mendigan.

Muchas veces me ha tocado que al recibir, por mi trabajo, a diversos padres de familia, muchos de ellos inicien con esta frase “Maestra, gracias por recibirnos, no queremos quitarle mucho tiempo” pero, ¿en verdad me pueden quitar “mi tiempo”?, ¿puedo yo hacer lo mismo con otra persona y robarle “su tiempo”? ¿Será entonces que al coincidir en el mismo lugar nos robemos tiempo los unos a los otros?

Considero que no, pienso que el tiempo es común a todos, como el sol, el aire o las estrellas, y lo único que podemos hacer es aprender que las horas, minutos y segundos, se comparten, nunca se roban o quitan, no tenemos ese poder. Aunque hay quienes creen que sí lo tienen y se atreven a quitar la perfecta sintonía que existe entre la vida y el tiempo a otra persona, pero esta sintonía que cada uno experimentamos no sabemos cuando dejará de ser un binomio inseparable. No venimos con una etiqueta que anuncie el momento en que nuestro propio reloj dejará de funcionar.

Por ello es importante saber que aunque el tiempo no es una posesión, sin duda, podemos elegir con quien lo compartimos, y sobre todo con qué actitud lo hacemos. Puedo elegir si la mayoría de las horas, minutos o segundos los comparto con mi computadora o mi oficina o mi jefe. Pero también puedo elegir compartir el tiempo con mi familia, mis amigos, la naturaleza o con Dios, lo más importante es que puedo elegir.

Sin duda, y por experiencia propia, hay momentos en que no queremos pasar esas horas o minutos preciados de vida con alguna persona o en algún evento al que no queríamos asistir y lo vemos como un desperdicio de tiempo, de “nuestro tiempo”. Pero, aunque no queramos estar en ese lugar o con esa persona, el tiempo sigue siendo común, no nos pertenece, y esas horas o minutos que vivimos compartiendo en un lugar que no nos motiva también son un regalo y pueden ser las últimas horas y minutos de vida. Entonces interviene el hermoso don de la voluntad, que actúa dándole fuerza a un pensamiento: “no quiero o no me gusta estar aquí, pero elijo estar en este lugar agradeciendo el tiempo que me permite compartir la vida con alguien más, sea quien sea, incluso simplemente conmigo mismo, para de esta forma valorar la vida como venga, con lo que venga”.

Con lo dicho anteriormente sólo quiero motivar a una reflexión, veamos al tiempo como un regalo común a todos los seres humanos, que no hace distinción entre “buenos” y “malos”, es un don gratuito pero que un día sin previo aviso suspende su presencia, por ello valoremos cada segundo que podemos ver transcurrir en el reloj que llevamos en nuestra muñeca, aunque no tengamos un certificado de propiedad sobre ese tiempo. Busquemos compartir las horas y minutos de vida con quienes amamos y que nos hacen sabernos amados, es ahí donde trascendemos y tocamos la eternidad.

Termino agradeciendo que podamos, a través de este escrito, compartir unos minutos de nuestras vidas, coincidiendo en el tiempo que se nos regala.

15 de marzo de 2006

Los niños de extremadura

Por Sandra Aranda Arzaluz (alumna del curso Formación Humana y Compromiso Social)

Los niños de Extremadura van descalzos.
¿Quién les robó los zapatos?
Les hiere el calor y el frío.
¿Quién les rompió los vestidos?
La lluvia les moja el sueño y la cama.
¿Quién les derribó la casa?
No saben los nombres de las estrellas.
¿Quién les cerró las escuelas?
Los niños de Extremadura son serios.
¿Quién fue el ladrón de sus juegos?
Pero en la Unión Soviética...
La risa de los niños
se desprende en trineos por las cuestas heladas.
Sus ojos no conocen el espanto del crimen
ni sus oídos ese clamor que alza la sangre.
Allí, cuando se duermen, su mundo es un teatro
donde el trabajo nace y crece como un juego.
El mapa con que sueñan gira lleno de luces,
pero la que más brilla es una estrella roja.
Saben que ella ilumina otros cielos lejanos
y que calienta el pecho de otros niños y hombres,
niños que cuando duermen sólo ven la locura,
los llantos de la madre, la muerte o el presidio.
Son los hijos de Octubre, del campo y de la fábrica,
la realidad latente del sueño socialista.
Es Dios ante sus ojos un cuadro sin sentido
y los popes un viejo dibujo iluminado.
Son la gloria de Lenin, los martillos y hoces
que seguirán cantando su nombre y su memoria,
los que verán fundirse las naciones en una,
haciendo de la Tierra un planeta tranquilo.

Alberti, Rafael

Podemos darnos cuenta de la presencia de niños tristes y necesitados en estos momentos difíciles que viven en condiciones de pobreza extrema, mientras que en otros lugares, los niños son felices, sanos y con un porvenir, marcándose así la diferencia dentro de nuestra sociedad.

Recordamos una escena de un documental donde unos niños pobres mojaban sus escasos trozos de pan en un charco de agua sucia para posteriormente comérselos. Esto muestra el mundo injusto a lo que los niños se enfrentan y por lo tanto tienen que idear la manera de sobrevivir a ello.

¿Cómo es posible que no actuemos frente a la situación en que se encuentran las personas privadas de las cosas elementales de la vida?

Este poema refleja la situación tan difícil que atraviesa un país. Sin embargo, existe la necesidad para todos los países por experimentar un cambio positivo y poder alcanzar un mejor nivel de vida, pues sólo así será posible mejorar el mundo. Además necesitamos lograr crear una conciencia acerca de la solidaridad y compromiso para dejar a un lado el egoísmo que caracteriza a nuestra sociedad actual, permitiéndonos así, empezar a pensar en los demás.

Creemos que debemos ser capaces de tener contacto directo con nuestra sociedad para darnos cuenta de cómo podemos comenzar nuestro rol como persona comprometida con ella y así lograr progreso.

Recordamos también la anécdota de un argentino que proponía en un muro de Buenos Aires: ¡Combata el hambre y la pobreza! ¡Cómase a un pobre! No se trata de evitar el problema o intentar solucionarlo temporalmente, la solución es combatirlo de raíz. Asimismo no debemos culpar a las personas de su condición de pobreza.

La realidad es que vivimos en un mundo donde abunda la injusticia, donde es notoria la desigualdad en las oportunidades que se brindan, donde existe una brecha inmensa entre los ricos y los pobres, donde los ricos no quieren despojarse de sus pertenencias para ayudar a los necesitados y terminan confundiendo la calidad de vida de la sociedad con la cantidad de cosas que sólo ellos son capaces de poseer porque no soportan la idea de ser superados.

No se trata de pensar que la vida es una competencia continua donde hay pocos ganadores y muchos perdedores. Entonces, ¿quién debe solucionar el problema? La sociedad entera, pues necesitamos actuar y no culpar de la pobreza, a los excedentes de población o a los mismos pobres, sino que debemos tomar la iniciativa de ayudarnos entre países sin dividirnos entre buenos y malos.

Discriminación y conciencia

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Guerra

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Desigualdad

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8 de marzo de 2006

Cada día, hora y minuto es especial

Por Mubalama Massimango y Yasmin L. Gómez (alumnos del curso Formación Humana y Compromiso Social)

Tenemos casas más grandes, pero familias más chicas.
Tenemos más compromisos, pero menos tiempo.
Tenemos más medicinas, pero menos salud.
Hemos multiplicado nuestras fortunas, pero hemos reducido nuestros valores.
Hablamos mucho, amamos poco y odiamos demasiado.
Hemos llegado a la luna y regresamos, pero tenemos problemas para cruzar
la calle y conocer a nuestro vecino.
Hemos conquistado el espacio exterior, pero no el interior.
Tenemos mayores ingresos, pero menos moral.
Estos son tiempos con más libertad, pero menos alegría.
Con más comida, pero menos nutrición.
Son días en los que llegan dos sueldos a casa, pero aumentan los divorcios.
Son tiempos de casas más lindas, pero más hogares rotos.

No guardes nada "para una ocasión especial", porque cada día que vives es
una ocasión especial.
Lee más, siéntate en la terraza y admira la vista sin fijarte en las malas
hierbas; pasa más tiempo con tu familia y con tus amigos; come tu comida
preferida; visita los sitios que amas.
La vida es una sucesión de momentos para disfrutar, no es sólo para sobrevivir.
Usa tus copas de cristal; no guardes tu mejor perfume, úsalo cada vez que
te den ganas de hacerlo.
Las frases "uno de estos días" y "algún día" quítalas de tu vocabulario.
Escribamos aquella carta que pensábamos escribir "uno de estos días".
Digamos hoy a nuestros familiares y amigos cuánto los queremos.
Por eso no retardes nada que agregue risa y alegría en tu vida.
Cada día, hora, minuto es especial.

Autor Anónimo

Esta reflexión nos hace pensar que con el paso de los años, aún no hemos logrado un equilibrio con nuestro interior. A pesar de que tenemos más tecnología, bienes materiales, medicinas, sueldos, etc., nuestra actitud no cambia con respecto a nuestra familia, amigos, sociedad y poblaciones necesitadas que nos rodean y están a nuestro alcance. Hemos notado que nos estamos volviendo más egoístas conforme vamos adquiriendo una mayor cantidad de posesiones. Ya no disfrutamos el tiempo que estamos aquí. En vez de pasar más tiempo con nuestros seres queridos y practicar aquello que nos gusta, le damos más importancia al trabajo
o al afán de tener más o ser más importante; cuando a fin de cuentas eso de que nos va a servir una vez que termine nuestra estancia aquí. También nos dimos cuenta que algunas personas viven en el mundo del "yo" y no se preocupan en lo más mínimo por sus vecinos, sociedad o familia. Por eso creemos que debemos saber a qué dedicarle más tiempo y centrarnos en lo que
queremos lograr en la vida.

2 de marzo de 2006

Tiempos de cambio y baile


Por Claudia Paola Navarro Campos y Mario Mejia Flores (alumnos del curso Formación Humana y Compromiso Social)

En Selecciones Reader's Digest encontramos un articulo que se nos hizo muy interesante porque nos habla de la vida de Vania Farias que es una chava de Rio de Janeiro, Brasil. Una tarde de Noviembre de 1999 mientras Vania regresaba a casa después de una clase de Ballet, se encontró con una niña de apenas 5 años que se le acercó y al ver que estaba vestida con leotardo y zapatillas de ballet, le preguntó

-¿Cuándo me das una clase de baile?

Vania se conmovió con la petición de la pequeña, pues la hizo recordar su propio sueño de la infancia: a la edad de 4 años quería ser bailarina. Su familia no tenía dinero para pagarle un curso formal y, además, era difícil encontrar una buena escuela de ballet cerca de su casa en la zona de barrios pobres de la periferia de Rio de Janeiro. Sin embargo, no renunció a su sueño, y a los 10 años, por fin pudo inscribirse en una escuela de ballet. A los 16 ya era maestra asistente, y a los 18 se hizo titular. Al mismo tiempo era bailarina solista de un grupo de danza.

La misma tarde Vania tomó una firme decisión. Y al día siguiente empezó a buscar un sitio donde pudiera dar clases a las niñas de Santa Teresa, que estuviera cerca de sus casas para que pudieran llegar con facilidad. Vania consiguió que la Asociación de Residentes de Morro de Coroa le proporcionara el sótano de sus oficinas para dar las clases. La noticia de que habría clases de ballet gratuitas corrió rápidamente entre la comunidad, y a la mañana siguiente Vania ya contaba con 16 alumnas. Sin embargo ese sitio era muy peligroso por lo que al poco tiempo decidió llevar el “Ballet de Santa Teresa” a un sitio que fuera más tranquilo. En la actualidad la escuela funciona en la Federación de Trabajadores Cristianos de Rio de Janeiro, que es una de las calles más seguras del barrio de Santa Teresa.

Hasta la fecha, más de 400 niñas han asistido a la escuela de Vania, que hoy día tiene 143 alumnas. “No todas tienen talento para bailar, pero le ballet les inculca disciplina”, afirma la maestra. “Uno ve cómo las chicas poco a poco se dan cuenta de la importancia de la puntualidad y el respeto a los demás, y se interesan más por aprender”. Vania está cambiando el futuro de estas niñas. Es más que el baile. La danza es sólo el vehículo que las conduce hasta allí y las aleja por un momento de la dura realidad en que viven. Y también les enseña a valorarse y cuidarse.

Podemos ver como no requieres de viajar a lugares con grandes necesidades o convertirte en una hermana de la caridad para poder ayudar a los demás. Vania hace uso de lo que le gusta hacer y a la vez ayuda a las niñas. Creemos que esta es una muy buena acción de la chava, porque ayuda a las niñas de bajos recursos a que cumplan sus metas y sus sueños. Es una muy buena idea la que tuvo ya que ayuda a las niñas a hacer lo que ella en un principio no pudo hacer y no es como otras personas que piensan que como ellos o ellas no pudieron hacerlo, entonces nadie puede hacerlo. Por el contrario, como ella no pudo hacerlo, desde un principio ayudó a las demás niñas a que lo hagan desde chiquitas. Este en un ejemplo que muchas personas deberíamos de seguir, porque ella no sólo busca su bien sino también busca el bien común. Creemos que todos tenemos algo, por pequeño que eso sea, que sabemos y nos gusta hacer, lo cual es un actividad potencial que podemos dar a los demás. ¿Qué podrías hacer tú, por los demás?